Trajeron a Sía al santuario siendo muy muy pequeñita.La pareja que la encontró se desplazó hasta el santuario con ella desde lejos. Desde que la encontraron hicieron por ella todo lo posible, además de mucho arropo y cariño, la llevaron al veterinario y siguieron sus pautas y tratamiento. Sía no era miedosa y tenía buen carácter a pesar de los pinchazos y las constantes molestias para tomar su temperatura y constantes vitales, ya que seguía muy débil a pesar de todos los cuidados.
A los pocos días de llegar, tras un empeoramiento repentino y rápido, murió antes de que pudiera llegar a la clínica veterinaria. La debilidad y la delgadez de su cuerpecito, tan frágil ya nos puso sobreaviso de que esto podía pasar, pero valía la pena intentarlo o como mínimo darle unos últimos días de arropo, tranquilidad y cariño. Hasta siempre, Sía.