Eme
Aun recuerdo las horas pasadas tumbada en el borde del canal del agua con palo en mano sacando del agua a todo bichito que estuviera ahogandose, o poniendo montones de grano cerca de la entrada de los hormigueros para evitar que tuvieran que hacer rutas peligrosas en busca de comida. Mi sensibilidad con los animales lleva siguiendome toda la vida y haciendo que me sintiera muy fuera de sitio en un mundo en el que esta normalizada la explotación y abuso de los animales.

Desde pequeña recuerdo la sensación dolorosa que se ponía en mi pecho al pensar que estaba comiendo animales y los mil discursos de “los mayores” argumentando que necesitamos comerlos. Cuando deje de comerlos sentí que me liberaba yo de este sistema opresor, comer algo que chilla, sufre y sangra alimenta con eso tu alma. Pero este es un camino de incomprensión y soledad ya que el mundo en el que vivimos nos juzga a nosotres de radicales en vez de mirar dentro de los mataderos y granjas. Así que cuando conocí Almas Veganas y vi su interseccionalidad de luchas y todo lo que hacen por los animales fue como encontrar el paraiso.
Desde el primer día allí deje de sentirme sola y pase a sentir que juntes nos quedaba mucho por hacer, que este mundo especista no iba a pararnos.