Cenizas

Cenizas fue, al igual que el resto de su camada, una sorpresa tan feliz como inesperada. Su madre, Mía, nos la ocultó (como al resto de sus bebés) durante el tiempo suficiente para que pudieran desarrollar sus cuerpitos y curiosidad suficientes para dar el paso con su propio pie a salir a investigar el mundo que les rodea. No parece tan sorprendente que una coneja tenga sus crías escondida en una madriguera y que sea capaz de sacarlas adelante sin intervención humana. De hecho, es lo más natural del mundo. Lo que no podíamos creer era como había sido embarazada. Nos fiamos de la palabra de la veterinaria cuando dijo que el padre (Blue) era hembra y no volvimos a comprobarlo.

Cenizas nos conquistó desde pequeñita, tanto por su belleza como por su buen carácter. A medida que ha ido creciendo se ha vuelto más independiente, aunque sigue siendo muy juguetón. Incluso anima a jugar a Boo, el gran conejo bonachón que siempre fue más reservado en sus relaciones. Cenizas, Totoro y Boo son un trío inseparable.